martes, 8 de junio de 2010

Mi aventura de ser docente.

En lo personal es una aventura que exige mucho para poder afrontarla, ya que nadie nos enseña a ser profesores y tenemos que aprenderlo nosotros mismos por ensayo y error, en mi caso el primer obstáculo fueron los nervios al estar frente a 45 alumnos esperando recibir una buena clase y a mi pensar en ese día, sin errores.
Después de un tiempo de adaptación, a su vez corrigiendo errores y apuntalando lo positivo me sentí más a gusto en mi aula y con mis alumnos, al mismo tiempo logre una comunicación menos formal y más provechosa sin olvidar respetuosa.
Una de los más grandes obstáculos con los que aun lidio es la apatía de los alumnos a los conocimientos. Todas las ciencias tienen en su origen a un hombre o una mujer preocupados por desentrañar la estructura de la realidad. Alguien, alguna vez, elaboró los conocimientos del tema que explicas, como respuesta a una preocupación vital.
No tiene sentido dar respuestas a quienes no se han planteado la pregunta; por eso, la tarea básica del docente es recuperar las preguntas, las inquietudes, el proceso de búsqueda de los hombres y mujeres que elaboraron los conocimientos que ahora figuran en nuestros libros.
De lo cual recalco, ¿Qué es el conocimiento? Si no el estudio y observación de nuestra realidad, nuestro entorno. Y es algo que hay que despertar en nuestros alumnos, la necesidad por tener ese conocimiento.
Al paso de un corto tiempo he estado formando mi identidad como docente y espero seguir perfeccionándolo en todos los aspectos. Desde mi punto de vista ser docente es una gran responsabilidad además de ser una aventura que tiene tal vez un principio pero no un fin, siempre evoluciona de uno u otro modo.

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